Me cuestioné "lo que me angustia...¿es mi sentir, o que su sentir no sea como yo quiero?".
Estamos acostumbrados a reprimir estos pensamientos, porque pueden sonar egoístas, porque pueden caer mal a los demás, porque en todos lados dicen que pensarlo es incorrecto, pero lo pensamos igual, porque no lo podemos controlar.
De repente nos angustia mucho que la otra persona no demuestre que nos extraña, nos angustia que no nos digan lo que queremos escuchar, nos angustia demostrar tanto y que de cierta forma el otro no conteste lo mismo, o más. Nos angustia que nos lean y no nos comenten, que subamos una foto y no nos ponga like, que no vote mi historia, que no me hable, que no me conteste, que no demuestre. Nos angustia lo que el otro deja de hacer, porque quizás de cierta forma no estamos conformes con nuestro propio hacer.
Todo eso se escapa de nuestras manos, todo aquello que no respecta a nuestro ser, y al final, nos encontramos más atentos a las cosas que subimos, que mostramos, que hacemos, solo para que la otra persona reaccione como pretendemos. Y si eso no pasa, si el otro no hizo lo que me gustaría, nos vamos allá abajo, nos mentalizamos con decepción, o aún peor, con culpa, nuestra mente nos dice "hice algo mal por eso no me dijo que me quiere más", "seguro no me quiere, por eso no me responde la historia", siempre dirigiendo la culpa hacia nosotros mismos. O hacia el otro, intentando poner en juicio el actuar o el no actuar de lo externo.
Y no, por ahí ayuda más pensar que la gente actúa como puede y como quiere, muchas veces las personas no direccionan su actuar con el objetivo de que otro haga tal cosa o sienta tal otra, simplemente hace, porque eso desea. O me imagino que así deberíamos manejarnos, funciona bien en mi cabeza.
Empecé a actuar de forma individual hace mucho tiempo, puede molestar y hasta disgustar a los demás, pero creo que no estamos en esta vida para que todos se sientan cómodos con nosotros, estamos para ofrecer, para dar afecto, para brindar, en cuanto quieramos y en cuanto nuestro sentir nos lleve a hacerlo. Estamos para avanzar por encima de nuestra conciencia terrenal, para descubrir que el amor no es solamente regalar chocolates o contestar cada historia de tu novio.
Estamos aprendiendo y emprendiendo un camino constantemente para darnos cuenta que en realidad el sentir es importante y hay que hacer a medida que uno quiere, porque si no, nos agotamos, nos hartamos, nos empeñamos en caer bien, en empatizar con todo, y hay veces (por más egoísta que suene) que realmente es un labor que no se puede llevar a cabo.
El ejemplo claro que quiero dar es el del cumpleaños, antes me llegaba a molestar tanta muestra de afecto en ese día, me terminaba estorbando los largos mensajes, pero era porque sentía la obligación de demostrar, en la contestación, cuanto quería al emisor. Sentía que si no contestaba un mensaje aún más largo, no servía, el otro pensaría que quizás no lo quería, que no lo apreciaba, en fin, flashaba.
Después me di cuenta, que en realidad, uno tiene que agradecer la muestra de afecto de los demás, obvio, pero no convertirlo en una competencia. Esto de probar quien es mejor amiga y porqué, de quien siente más, de quien dijo mas veces cuanto quería al otro, de quién gastó más, de quién tal cosa o tal otra. Fijándonos siempre en una reacción inmediata, actuando para recibir algo, obligarnos a dar sin que nuestro sentir nos lo indique.
Siguiendo el hilo de los mensajes de cumpleaños, me di cuenta que con decir gracias bastaba, que si al otro le molestaba o pensaba que no me interesaba su mensaje, era tan sencillo como tranquilizarme pensando que uno demuestra hasta donde puede y quiere. Y que eso es respetable también.
Los abrazo a quienes me leen y los incito a no obligarse a decir, no obligarse a sentir, ni tampoco esperar algo de los demás. Paciencia, afecto y amor hacia uno. Nadie puede obligarnos a sentir, ni nosotros pretender obligar a los otros a hacerlo.
Comentarios
Publicar un comentario