La angustia siempre está, pero necesita algo que la invite a expresarse, como los genes se comporta, presente se encuentra en todos los días que pasan, no la sentimos, porque no se deja conocer, no se da a saber...
Lo interesante está en qué es lo que hace que se exprese, que conjunto de pensamientos hace que este sentir salga de su comodidad estática, se mueva, se muestre, nos estorbe y nos apriete el pecho.
Muchas veces aparece por situaciones inexistentes, por motivos que no vemos en la realidad, por momentos que no estan transcurriendo, la mente nos engaña y la angustia aparece.
Nos sentimos conmovidos, lloramos, nos quejamos, no entendemos, la conmoción de ver la angustia aparecer, es evidente, no queremos ver que en realidad la solución está, ahí, al frente de mi.
La facilidad del no hacer e imaginar para atraer la angustia, así le digo a veces, es tan sencillo como pensar un escenario catastrófico, que quizás podría existir, pero no está, que quizás podría suceder, pero no pasa, que quizá podría en tal momento estar mal, pero ese momento no es ahora.
Es facilísimo ponernos mal y hacer expresar la angustia, porque imaginar no cuesta nada, solo nos cuesta tiempo, emoción y llanto.
Porque imaginar nos cuesta angustia.
Poder vernos cómodos, poder sentirse bien, arreglar, pasar, dejar de imaginar para estar mal.
Difícil tarea, la vida es demasiado corta para no esforzarse y aprender a aprender, la vida se nos va a cada segundo, se va y corre sin que corra el tiempo, la vida es dejar de imaginar para estar mal y disfrutar para vivenciar.
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